Bruno Sgarzini entrevista a Luis Córdova —coordinador del programa de Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central del Ecuador— sobre la militarización de Ecuador.
Ecuador parece un laboratorio donde se implementan viejas fórmulas, como la de las guerras contra las drogas, para reproducirlas en otros países. La solución a la “inseguridad”, un tema que preocupa a cada vez más latinoamericanos, se simplifica en una sola opción: el uso de la fuerza por parte del Estado. El bukelismo discursivo es tomado como atajo para resolver las raíces profundas en las que florece el delito. Pero el crimen organizado no desaparece, ni se disminuye sus métodos violentos a pesar de la cantidad de policías y militares en la calle. Continúan los asesinatos, las extorsiones, el narcotráfico y el lavado de dinero.
Para Luis Córdova, coordinador del programa de Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central del Ecuador, en gran medida, por una falta de abordaje real de la problemática que luche contra las capacidades del crimen organizado para reproducir el delito. Las fuerzas de seguridad ecuatorianas no están desbordadas en número, en su opinión, sino en capacidades para tener información que alcance, por ejemplo, las estructuras de lavado de dinero. La violencia, asegura Córdova, además, legitima una estrategia de miedo para favorecer la militarización del país a través de consultas ciudadanas, como las organizadas hace unos meses. Lo que para el investigador abre las puertas a que se pueda consolidar un liderazgo, y un régimen autoritario, dirigido por el presidente Daniel Noboa.
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